Somos un pedacito de la historia de Málaga
La estratégica situación geográfica de Málaga, ha hecho que nuestra ciudad, y en particular el puerto, hayan sido (y sean) punto de encuentro para naves de todo el mundo a lo largo de la historia.
Ya desde tiempos romanos, con la dinastía Flavia, los visitantes se sentían atraídos por el buen clima y el comercio que ofrecía el pequeño puerto, que con el tiempo fue cobrando importancia. En la Edad Media, el puerto es clave para estimular el crecimiento de la ciudad, debido a su cercanía con el norte de África y el desarrollo comercial que esto supuso. Ya en el siglo XVI, cuando la importancia de un mejor puerto era más que notable, los malagueños enviaron una petición al rey Felipe II para empezar una nueva construcción portuaria. El 1 de enero de 1588, se arroja la primera piedra. Durante todo el siglo siguiente, el puerto y el muelle experimentan constantes cambios y ampliaciones. La importancia económica del tráfico portuario es indiscutible.
Es en el siglo XVIII, cuando vive uno de los cambios más importantes: por orden del Rey Carlos III, se vende la muralla que separa el puerto de la ciudad, uniendo Málaga y a los malagueños con el mar. Además se abre el tráfico con América, otro gran paso para el desarrollo de la ciudad. De esta época, también es uno de los símbolos de nuestro Muelle Uno, La Capilla. Inaugurada en 1725 y montada y desmontada, piedra a piedra, varias veces para cambiar su ubicación en distintos periodos de la historia. Es una pequeña capilla de 8×8 metros, que originalmente se llamó Nuestra Señora del Mar. En el nivel inferior se colocó una imagen de la Virgen y en el superior vivía el capellán.
En 1817, finaliza la construcción de nuestra querida y particular Farola (que no faro), de 38 metros, diseñada por Joaquín María Pery, y que nos alumbra incansable desde hace 200 años.
Posteriormente, llegan décadas de inestabilidad e incertidumbre, debido a epidemias y a la precariedad que sufren las instalaciones del puerto. Un último proyecto en 1876, llevado a cabo por R. Yagüe, hace ampliar la superficie portuaria ganando terreno al mar y permitiendo el nacimiento del Parque de Málaga, que vuelve a acercar el muelle a los ciudadanos y es, hoy en día, una de las señas de identidad malagueñas.
Tras la Guerra Civil, el crecimiento del puerto se lleva a cabo de forma paulatina pero constante. Ya en el siglo XXI, se experimentan importantísimos cambios. En un mismo centro histórico, conviven dos puertos con funcionalidad diferente pero manteniendo como clave la integración del puerto en la ciudad.
De esta forma, hemos llegado a ser Muelle Uno, buscando desde nuestros orígenes acercar el mar a la vida cotidiana de los malagueños.
Fotos: Archivo Municipal del Ayuntamiento de Málaga